(Inspirado
en una buena amiga)
Nadie
puede imaginar... y mucho menos saber qué es lo que el destino le depara a cada
uno. Cada ámbito de esta vida es un misterio, por eso no se puede hablar de
eternidad o que algo, definitivamente, podrá ser para siempre. Es una pena que
cosas así tengamos que aprenderlas a través de las propias experiencias, como
pueden ser un sueño roto... o un bonito amor. Es increíble como es el destino
¿no? Tan simple y sencillo hasta que decide ponerse a jugar. Viaja hasta su
querido baúl donde se encuentran esos magníficos hilos, esos hilos que son
nuestras vidas, coge dos, esos que mas le llaman la atención, y los cruza así,
sin más, dejando que dos personas desconocidas se dejen llevar por el camino
que nuestro caprichoso destino ha querido crear. Ya esas dos personas tienen la
oportunidad de dejarse llevar, de conocerse y crear una bonita historia. El
principio es el momento más maravilloso, más increíble y más especial. Se viven
los primeros recuerdos eternos, esas experiencias inolvidables, esas anécdotas
y sentimientos inexplicables. El tiempo decide ir corriendo, dejando que esa
historia vuele, viva, madure. La pena es que nosotros, los hombres, somos
demasiado inconformistas, y empezamos a buscar más y más, a pedir, a exigir...
Ahí es cuando se crean las diferencias importantes, esas que ya no son tan
difíciles de superar. Es nuestra propia naturaleza la que elige a nuestros
compañeros, los que son compatibles y los que no, los que están hechos para
nosotros. Tanto culpar al destino... y puede que seamos nosotros mismos los que
dirigimos nuestra propia vida. De esta forma es como esa pareja se separa,
comienza una vida nueva, lejos el uno del otro. Dentro de sus cabezas y de sus
mundos creen que ya no hay espacio para ese pasado, para ese recuerdo. Pero se
equivocan, eso es algo imposible y difícil de olvidar. Haber regalado una parte
de tu corazón a una persona no se podrá deshacer jamás. Por eso es mejor no
pensar, no hacer planes y creer que algo que termina no puede regresar. Si ya
lo he dicho, el destino es muy caprichoso y, quién sabe, a lo mejor otro día
quiere volver a ponerse a jugar y por error, o por pura conciencia, une dos
hilos que en el pasado llegaron a ser uno solo.
